El impacto de la DANA del 29 de octubre ha dejado una marca indeleble en la infraestructura vial de varias comarcas valencianas. La devastación provocada por las riadas y barrancadas ha afectado a aproximadamente 1.100 kilómetros de carreteras, lo que ha llevado a la necesidad de rediseñar y reconstruir muchas de estas vías. La situación es crítica, y las autoridades locales están trabajando arduamente para abordar los desafíos que han surgido a raíz de este fenómeno natural.
Una de las áreas más afectadas es la carretera que conecta Cheste y Loriguilla (CV-330). La diputada de Carreteras de la Diputación de Valencia, Reme Mazzolari, ha señalado que la crecida del río Poyo ha arrastrado un tramo completo de esta carretera, que ahora se encuentra dentro del barranco. «No podemos dejar la carretera en esa ubicación; debemos reubicarla», afirmó Mazzolari. Este proceso implica la creación de un nuevo proyecto que incluye estudios previos, expropiaciones y la construcción de una carretera completamente nueva. La situación es compleja y requiere una inversión significativa, que ha triplicado el presupuesto anual destinado a la reparación de carreteras.
Otro caso emblemático se presenta en la demarcación de Villar del Arzobispo, donde la carretera de Requena a Villar ha sufrido daños severos. En Sot de Chera, la carretera ha desaparecido por completo, y para reconstruirla, será necesario elevarla a una ladera, lo que representa un desafío tanto técnico como ambiental. Se estima que la reconstrucción de 4 kilómetros de carretera costará más de 6 millones de euros, lo que ha llevado a un aumento considerable en el presupuesto inicial de reparación, que ya había sido fijado en 54 millones de euros.
La Diputación de Valencia ha solicitado al Gobierno una ampliación de las ayudas que se otorgaron en marzo, ya que los costos de reparación han aumentado en 27 millones de euros adicionales. El Gobierno, por su parte, ha asumido la responsabilidad de financiar la reconstrucción de todos los daños de competencia municipal, un compromiso sin precedentes que asciende a más de 1.700 millones de euros.
La situación ha generado un debate sobre la gestión de los recursos y la planificación de las infraestructuras. La diputación ha defendido que no hubo un fallo en la valoración inicial de los daños, sino que la magnitud de la DANA ha cambiado drásticamente la morfología del terreno, lo que ha llevado a la necesidad de ajustes en los contratos de emergencia que se habían abierto para abordar la situación.
Los contratos de emergencia son una herramienta crucial en la gestión de crisis, pero también plantean desafíos en términos de transparencia y control de costos. La diputación ha asegurado que todos los contratos han sido gestionados de manera honesta y que se están tomando las medidas necesarias para garantizar que los fondos se utilicen de manera efectiva.
La reconstrucción de las carreteras no solo es una cuestión de infraestructura, sino que también tiene un impacto significativo en la vida cotidiana de los ciudadanos. Las carreteras son vitales para la conectividad y el desarrollo económico de la región, y su deterioro puede tener consecuencias a largo plazo. Por lo tanto, es esencial que las autoridades actúen con rapidez y eficacia para restaurar la funcionalidad de estas vías.
Además, la situación actual plantea preguntas sobre la resiliencia de las infraestructuras frente a fenómenos climáticos extremos. La DANA ha sido un recordatorio de la necesidad de adaptar nuestras infraestructuras a un clima cambiante y de invertir en soluciones sostenibles que minimicen el riesgo de daños futuros. La planificación urbana y la gestión del agua son aspectos que deben ser considerados en el diseño de nuevas carreteras y en la rehabilitación de las existentes.
En este contexto, la colaboración entre las diferentes administraciones y la participación de la comunidad son fundamentales. La transparencia en la gestión de los recursos y la comunicación efectiva con los ciudadanos son esenciales para construir confianza y asegurar que las decisiones tomadas sean en beneficio de todos. La reconstrucción de las carreteras afectadas por la DANA es un desafío monumental, pero también una oportunidad para repensar cómo se diseñan y gestionan nuestras infraestructuras en el futuro.