Un incendio intencionado en la planta de Psiquiatría del Hospital La Fe de Valencia ha dejado una estela de tragedia y caos. El autor del siniestro, Héctor M. G., se encuentra actualmente en prisión tras ser acusado de provocar el fuego que resultó en la muerte de una paciente y en la intoxicación de ocho trabajadores del centro. Este acto violento no solo ha conmocionado a la comunidad médica, sino que también ha puesto de relieve la problemática del acoso y maltrato que sufría su exmujer, quien parece haber sido la motivación detrás de su acción destructiva.
La investigación, llevada a cabo por el grupo de Homicidios de la Policía Nacional, ha revelado que el incendio fue provocado a las 17:15 horas del 23 de junio, cuando Héctor G. M. prendió fuego a su colchón utilizando un mechero que había robado a su compañero de habitación. Su intención, según las autoridades, era aprovechar el caos generado por la alarma de incendio para escapar y dirigirse a la casa de su exmujer, a quien había acosado de manera sistemática desde principios de mayo. A pesar de contar con órdenes de protección que le prohibían acercarse a ella y a sus hijos, el hombre logró evadir la ley en múltiples ocasiones.
### Un Patrón de Acoso Incesante
Desde el 4 de mayo, la exmujer de Héctor había presentado varias denuncias por acoso y maltrato, acumulando un total de cuatro denuncias en un periodo de tiempo relativamente corto. A pesar de las órdenes de alejamiento, él continuó su campaña de acoso, llegando incluso a presentarse en su casa en varias ocasiones. Durante su ingreso en el hospital, donde fue internado tras un incidente en el aeropuerto de Manises, logró escapar en varias ocasiones, utilizando tácticas engañosas para comunicarse con su exesposa y sus hijos.
Los agentes de la unidad de atención a la familia y a la mujer (UFAM) descubrieron que Héctor abordaba a desconocidos en la calle, pidiéndoles que le prestaran sus teléfonos móviles bajo el pretexto de una urgencia. Esta estrategia le permitió enviar mensajes amenazantes a su exmujer y a su hija, utilizando números de teléfono que no podían ser rastreados fácilmente. En total, se estima que realizó más de cien llamadas y mensajes durante su estancia en el hospital, lo que complicó aún más la situación para la víctima, quien se encontraba aterrorizada por la constante amenaza que representaba su exmarido.
La situación se tornó aún más grave cuando, tras el incendio, Héctor fue detenido y llevado de nuevo al hospital bajo custodia. Sin embargo, su estado mental era tan inestable que los médicos decidieron que no era adecuado mantenerlo en prisión, lo que llevó a su traslado a un hospital diferente para recibir atención psiquiátrica. Finalmente, tras ser estabilizado, fue enviado a la cárcel de Picassent, donde se encuentra actualmente.
### Consecuencias Legales y Sociales
El caso ha suscitado un debate sobre la eficacia de las órdenes de protección y el sistema judicial en la protección de las víctimas de violencia de género. A pesar de las múltiples denuncias y las órdenes de alejamiento, Héctor logró eludir la ley y continuar con su patrón de acoso. Las autoridades ahora enfrentan la presión de garantizar que se tomen medidas más efectivas para proteger a las víctimas y prevenir que situaciones como esta se repitan en el futuro.
Las acusaciones en su contra son graves, incluyendo un delito de incendio con grave riesgo para las personas, homicidio por la muerte de la paciente y lesiones por la intoxicación de los trabajadores del hospital. Este caso no solo resalta la violencia machista que persiste en la sociedad, sino que también pone de manifiesto la necesidad de un enfoque más riguroso en el tratamiento de los casos de violencia de género y acoso.
La comunidad médica y la sociedad en general están en estado de shock tras este trágico evento. La pérdida de una vida y el sufrimiento de tantas personas a causa de un acto tan violento han generado un llamado a la acción para abordar la violencia de género de manera más efectiva. La historia de Héctor M. G. es un recordatorio escalofriante de las consecuencias devastadoras que puede tener el acoso y la violencia en la vida de las personas, y la urgencia de implementar cambios significativos en el sistema para proteger a las víctimas.