La reciente dana que afectó a València el 29 de octubre de 2024 ha dejado una huella profunda en la comunidad, no solo por la devastación que causó, sino también por las lecciones que se pueden extraer de la gestión de la emergencia. En un seminario organizado por los catedráticos de Geografía de la Universitat de València, Joan Romero y Ana Camarasa, se discutieron las luces y sombras de la respuesta ante este fenómeno climático extremo, así como las recomendaciones para el futuro.
La dana, un fenómeno meteorológico que combina aire frío en altura con vientos húmedos, provocó inundaciones devastadoras en una región que, como señalaron los expertos, ha crecido de manera irresponsable. La falta de planificación urbana adecuada y el desconocimiento de la geografía local han contribuido a la magnitud del desastre. Romero y Camarasa coincidieron en que existían herramientas y conocimientos suficientes para haber mitigado el impacto de la dana, pero la falta de acción coordinada y la irresponsabilidad de los gobiernos locales y autonómicos llevaron a una respuesta inadecuada.
### La Solidaridad como Luz en la Tormenta
A pesar de la tragedia, los catedráticos destacaron la solidaridad ciudadana como una de las luces que emergieron de esta crisis. La respuesta de la comunidad, tanto a nivel local como nacional, fue notable. Romero enfatizó que la esperanza radica en que los poderes públicos aprendan de esta experiencia y se preparen mejor para futuros eventos. La solidaridad no debería ser la única respuesta ante desastres; es fundamental que las instituciones estén equipadas para actuar de manera efectiva y oportuna.
Camarasa, por su parte, subrayó la importancia del aprendizaje tanto para la comunidad científica como para la ciudadanía. La experiencia de la dana ha llevado a un aumento en la conciencia del riesgo y la necesidad de entender el territorio en el que se vive. La educación sobre la gestión del riesgo es crucial, y la demanda de información ha crecido significativamente desde el evento. La gente ahora busca entender cómo convivir con el riesgo, no solo cómo enfrentarlo. Este cambio en la percepción puede llevar a una mayor madurez democrática, donde los ciudadanos exigen a sus gobernantes que actúen con responsabilidad y eficacia.
### La Geografía y el Cambio Climático como Factores Clave
La geografía de València, caracterizada por su orografía y la presencia de barrancos, juega un papel crucial en la forma en que se gestionan las emergencias. Camarasa explicó que el territorio mediterráneo es propenso a fenómenos extremos, y el calentamiento global está exacerbando la frecuencia e intensidad de estos eventos. La falta de atención a los barrancos, que a menudo son ignorados en la planificación urbana, ha llevado a una mayor vulnerabilidad ante inundaciones. La construcción en zonas inundables y la alteración de los cauces naturales han contribuido a la magnitud del desastre.
Romero destacó que la geografía siempre vuelve a reclamar su lugar. La ocupación desordenada del suelo y la falta de consideración por la orografía han llevado a situaciones peligrosas. La frase de su maestro, que dice que «el agua siempre vuelve con las escrituras en la mano», resuena con fuerza en este contexto. La planificación urbana debe tener en cuenta la geografía y el comportamiento del agua para evitar futuros desastres.
Ambos expertos coincidieron en que la gestión de la emergencia debe ser integral y coordinada. La falta de comunicación entre las diferentes administraciones y la ausencia de un enfoque metropolitano han dificultado la respuesta a la crisis. La creación de una comisión mixta que incluya a todos los niveles de gobierno y a la sociedad civil podría ser un paso hacia una gestión más efectiva y colaborativa.
La reconstrucción de València tras la dana no solo implica reparar infraestructuras, sino también abordar las causas subyacentes que llevaron a la crisis. La combinación de soluciones basadas en la naturaleza con obras de infraestructura es esencial para crear un entorno resiliente. La educación y la concienciación sobre la gestión del riesgo son fundamentales para preparar a la comunidad para futuros desafíos climáticos.
La experiencia de la dana de València es un recordatorio de la importancia de aprender de los errores del pasado. La responsabilidad recae en todos, desde los ciudadanos hasta los gobiernos, para garantizar que se tomen las medidas adecuadas para proteger a la comunidad y el territorio. La solidaridad y el aprendizaje son las claves para enfrentar los desafíos del cambio climático y construir un futuro más seguro y sostenible para todos.
