La reciente ola de incendios en España ha puesto a prueba la gestión del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. Tras varios días de inactividad pública, el ministro finalmente interrumpió sus vacaciones para presidir el Centro de Coordinación de Protección Civil en Madrid. Su ausencia durante la crisis ha generado críticas, especialmente en un contexto donde se han quemado más de 115,000 hectáreas y se han reportado tres muertes. La falta de visibilidad de Marlaska ha sido notable, ya que su departamento enfrenta múltiples crisis, incluyendo el manejo de menores migrantes y la controversia sobre la cesión de datos a Huawei.
La gestión de Marlaska ha sido cuestionada no solo por su inactividad, sino también por su escasa comunicación con los medios. A pesar de la gravedad de la situación, su presencia ha sido mínima, limitándose a entrevistas online y comunicados. La presión sobre su liderazgo ha aumentado, especialmente después de que el gobierno decidiera anular un contrato de compra de municiones a una empresa israelí, lo que lo dejó en una posición vulnerable. La situación se complica aún más con la creciente tensión en la Guardia Civil, que ha expresado su descontento por la falta de apoyo en momentos críticos, como los disturbios en Torre Pacheco. La falta de acción y la reducción de su presencia institucional han llevado a cuestionar su capacidad para manejar las crisis que afectan a su ministerio.