La vida de Isabel Preysler ha estado marcada por la fama, el glamour y, en los últimos años, por una serie de intervenciones quirúrgicas que han suscitado tanto admiración como controversia. La reina de corazones, como es conocida, ha decidido abrirse sobre su experiencia con la cirugía estética en su reciente autobiografía, ‘Mi verdadera historia’. En este libro, Preysler revela el calvario que ha vivido a lo largo de su vida debido a las múltiples operaciones que ha realizado en su nariz, un tema que ha sido objeto de especulación durante décadas.
### La historia detrás de las cirugías
La travesía de Isabel con la cirugía estética comenzó en su juventud, cuando se sometió a una operación de amígdalas. Sin embargo, lo que no esperaba era que el cirujano le limara el tabique nasal sin su consentimiento. Este incidente marcó el inicio de una serie de intervenciones que cambiarían su vida. Años más tarde, ya casada con el famoso cantante Julio Iglesias, decidió operarse nuevamente para eliminar un bulto que había aparecido en el caballete de su nariz. Fue entonces cuando se realizó su primera rinoplastia oficial, a cargo del doctor Benito Vilar Sancho, quien había trabajado previamente con su amiga Carmen Martínez Bordiú.
El resultado de esta intervención fue desastroso. Isabel relata que su nariz se «desmoronó» durante la operación, lo que llevó al equipo médico a entrar en pánico, ya que no contaban con fotografías de su rostro para realizar una reconstrucción adecuada. Para solucionar el problema, utilizaron cartílago de su oreja, un procedimiento que dejó a Preysler con una nariz que no cumplía con sus expectativas. Posteriormente, se sometió a otra rinoplastia de revisión, pero el resultado fue igualmente insatisfactorio.
A pesar de los fracasos, Isabel no se rindió y decidió buscar ayuda en Nueva York. Sin embargo, no todos los médicos estaban dispuestos a aceptar su caso. Finalmente, encontró a un cirujano que realizó una operación que, aunque mejoró su apariencia, dejó su nariz «correcta, pero de cristal», como ella misma describe. La situación se complicó aún más cuando su hija Ana Boyer, en un accidente mientras jugaban, le dio un cabezazo que afectó su ya frágil nariz.
### La intervención del doctor Javier de Benito
Fue en este punto crítico que entró en escena el cirujano Javier de Benito, un amigo cercano de Isabel. Tras el accidente, él le recomendó que consultara al doctor Jack Gunter en Dallas, un experto en rinoplastias. Sin embargo, de Benito también le aconsejó que no se sometiera a más cirugías, afirmando: «Esta nariz no la toques más, ya estás bien, estás guapa». A pesar de la advertencia, Isabel decidió seguir el consejo de su amigo y se sometió a una nueva intervención.
El doctor Gunter utilizó un trozo de costilla para realizar el implante, asegurando que la nueva nariz sería más resistente. Sin embargo, Isabel se encontró con otro contratiempo cuando uno de los tornillos que sujetaban el implante se cayó. A pesar de las complicaciones, la reina de corazones se sintió aliviada de finalmente tener una nariz que, aunque no perfecta, era funcional.
A lo largo de su relato, Isabel expresa su agotamiento por las constantes intervenciones y la presión por alcanzar un ideal de belleza. En la presentación de sus memorias, confesó: «Tengo la nariz tan destrozada y estoy tan cansada de médicos y operaciones que ya me da igual todo». Esta declaración refleja no solo su frustración, sino también una profunda reflexión sobre los estándares de belleza impuestos por la sociedad y la búsqueda de la perfección que muchas mujeres enfrentan.
La historia de Isabel Preysler es un testimonio de las luchas personales que pueden surgir en la búsqueda de la aceptación y la belleza. Su valentía al compartir su experiencia puede servir de inspiración para muchas personas que se sienten presionadas por las expectativas externas. A través de su autobiografía, Isabel no solo narra su historia personal, sino que también invita a una reflexión más amplia sobre la estética, la identidad y la autoaceptación en un mundo que a menudo valora la apariencia por encima de todo.
