Un incendio devastador ha sacudido la playa de Gandia en la mañana del 3 de octubre de 2025, dejando a su paso un rastro de destrucción y un número significativo de heridos. El siniestro se originó en un bajo de un edificio ubicado en la calle Castilla-la Mancha, cerca del Hotel Villaluz, y se extendió rápidamente, afectando a varias plantas del inmueble. Las primeras informaciones indican que catorce personas resultaron heridas, de las cuales tres, incluyendo a dos mujeres y un menor, presentan un pronóstico reservado y han sido trasladadas a la Unidad de Quemados del hospital La Fe de València.
Los vecinos del edificio, aterrorizados por el fuego, relatan momentos de pánico y desesperación. Sandra, una testigo del incidente, describió cómo escucharon ruidos extraños antes de darse cuenta de que el fuego ya había comenzado a consumir el interior del edificio. Al salir al balcón, se encontraron rodeados de humo y llamas, lo que les llevó a alertar a otros residentes a través del interfono. La situación se tornó crítica cuando una mujer y un niño quedaron atrapados en la planta baja, gritando por ayuda mientras las llamas avanzaban.
Los bomberos llegaron al lugar poco después de que se iniciara el incendio, encontrando la situación ya fuera de control. El fuego había alcanzado rápidamente la primera y segunda planta, rompiendo la fachada del edificio y generando un ambiente caótico. Según el intendente de la Policía Local de Gandia, muchos residentes estaban pidiendo auxilio, lo que llevó a una respuesta inmediata de los servicios de emergencia.
Los esfuerzos de rescate fueron intensos, con bomberos utilizando vehículos de altura para acceder a las plantas superiores y salvar a aquellos que habían quedado atrapados. Cuatro agentes de la Policía Local también necesitaron atención médica tras sufrir intoxicación por inhalación de humo. En total, once personas requirieron asistencia sanitaria, y una mujer sufrió quemaduras debido a que su chaqueta se pegó a su espalda durante el incidente.
La magnitud del incendio fue tal que se extendió a una finca contigua, donde los bomberos también rescataron a dos personas mayores que se habían quedado atrapadas en el humo. Los equipos de emergencia trabajaron incansablemente para controlar las llamas y asegurar la evacuación de todos los residentes afectados. A las 10 de la mañana, el fuego fue finalmente extinguido, pero no sin antes dejar una estela de destrucción.
Los servicios de emergencia, incluyendo el Centro de Información y Coordinación de Urgencias (CICU), desplegaron varias ambulancias en el lugar para atender a los heridos. La mayoría de las víctimas fueron trasladadas al Hospital Francesc de Borja de Gandia, mientras que los casos más graves fueron enviados a València. Entre los heridos se encontraban un hombre de 50 años, cuatro mujeres de entre 23 y 62 años, y cuatro menores de edad.
La situación ha llevado al Ayuntamiento de Gandia a enviar técnicos para evaluar la estructura del edificio, que ha sufrido daños significativos. Se estima que al menos cinco viviendas han quedado gravemente afectadas, mientras que las plantas superiores han sufrido daños menores, principalmente por humo. Muchos de los vecinos han buscado alojamiento por su cuenta, aunque el ayuntamiento ha ofrecido asistencia a quienes lo necesiten mientras se determina cuándo podrán regresar a sus hogares.
El impacto emocional de este incendio ha sido profundo en la comunidad. Mariví, una de las vecinas rescatadas, compartió su experiencia aterradora, describiendo cómo se despertó por el humo y el ruido, y tuvo que refugiarse en el balcón hasta que los bomberos llegaron. Otro residente relató que el fuerte olor a humo la despertó, y también tuvo que buscar refugio en el balcón, donde pasó horas tosiendo antes de ser rescatada. La angustia y el miedo vividos por los residentes son un recordatorio de la fragilidad de la seguridad en situaciones de emergencia.
Este incendio en Gandia no solo ha dejado un saldo de heridos y daños materiales, sino que también ha puesto de manifiesto la importancia de la preparación ante emergencias y la necesidad de contar con planes de evacuación efectivos en edificios residenciales. La comunidad se enfrenta ahora a la tarea de recuperarse de este trágico evento, mientras las autoridades trabajan para garantizar la seguridad de los residentes y prevenir futuros incidentes similares.