En la madrugada del 7 de septiembre de 2025, Ucrania fue objeto de un ataque masivo por parte de Rusia, que lanzó más de 800 drones y una docena de misiles, marcando un nuevo récord en la escalada del conflicto. Este ataque, que tuvo como objetivo principal la capital, Kiev, resultó en la muerte de al menos dos personas y dejó a 18 más heridas, según informes de los servicios de emergencia y autoridades locales.
El Mando de las Fuerzas Aéreas de Ucrania informó que el ataque incluyó 805 drones suicidas del tipo Shahed y drones señuelo, lanzados desde territorio ruso y la península de Crimea, superando el récord anterior de 740 drones que se había registrado en julio. El ministro de Exteriores de Ucrania, Andrí Sibiga, destacó la gravedad de esta escalada, señalando que se trataba de un uso sin precedentes de drones en un solo ataque. Esta ofensiva se produce en un momento crítico, coincidiendo con los esfuerzos del presidente de EE.UU., Donald Trump, por lograr la paz en la región.
Además de los drones, Rusia disparó nueve misiles Iskander-K y cuatro misiles balísticos Iskander-M/KN-23. Las defensas antiaéreas ucranianas lograron interceptar 747 drones y cuatro misiles, pero a pesar de estos esfuerzos, se registraron impactos en 37 ubicaciones, incluyendo la capital. La primera ministra ucraniana, Yulia Sviridenko, confirmó que este ataque causó daños significativos a la sede del Gobierno en Kiev, donde se reportaron incendios en las últimas plantas del edificio.
El alcalde de Kiev, Vitali Klitchkó, informó que un edificio residencial de nueve plantas sufrió graves daños, con cuatro plantas parcialmente destruidas. Otros edificios también fueron afectados, incluyendo un taller de reparación de automóviles y almacenes, donde se incendiaron vehículos. En el distrito de Darnytskyi, un incendio se desató en un edificio de cuatro plantas, causando la destrucción parcial de su tercer piso.
El ataque no se limitó a Kiev; otras ciudades como Odesa, Kremenchuk, Krivói Rog y Dnipropetrovsk también fueron blanco de los bombardeos. En Odesa, tres personas resultaron heridas y un edificio de varias plantas sufrió daños significativos. En Krivói Rog y Dnipropetrovsk, el ataque dejó un saldo de cuatro heridos y daños a infraestructuras, incluyendo edificios administrativos y garajes. En Kremenchuk, se reportó un corte de suministro eléctrico en parte de la ciudad debido a los ataques.
Sviridenko enfatizó la necesidad de una respuesta internacional más contundente ante la creciente violencia. «Los edificios se pueden restaurar, pero las vidas perdidas no se pueden recuperar», afirmó, instando a la comunidad internacional a aumentar la presión sobre Rusia mediante sanciones más severas, especialmente en el sector energético. También subrayó la urgencia de que Ucrania reciba más armamento para poder defenderse de estos ataques.
La situación en Ucrania sigue siendo crítica, con un aumento en la frecuencia y la intensidad de los ataques rusos. Este último ataque no solo representa una escalada en el conflicto, sino que también pone de manifiesto la vulnerabilidad de las infraestructuras civiles en el país. La comunidad internacional observa con preocupación cómo se desarrolla esta crisis, mientras que Ucrania continúa luchando por su soberanía y la seguridad de su población.