El juicio contra un hombre de 63 años, acusado de abusar sexualmente de las nietas de su pareja, ha conmocionado a la sociedad española. Las declaraciones de las víctimas, tres niñas de 11, 8 y 6 años, han revelado un oscuro relato de manipulación, abuso y terror que se extendió durante un año y medio. La Fiscalía ha solicitado una pena de 45 años de prisión para el acusado, conocido como Antonio A.V., quien se enfrenta a graves cargos de agresión sexual.
Las víctimas, en su mayoría menores, comenzaron a relatar los abusos que sufrieron a partir de finales de 2020. Según las investigaciones, Antonio aprovechaba los momentos en que se quedaba a solas con las niñas para llevar a cabo sus agresiones. La mayor de las víctimas, de solo 11 años, describió cómo el acusado le decía que quería darle masajes para que siempre lo recordara. Sin embargo, esos masajes se convirtieron en tocamientos inapropiados, donde el hombre tocaba sus partes íntimas y le decía que estaba enamorado de ella.
Uno de los episodios más impactantes ocurrió en la piscina de la casa de la abuela, donde el acusado, tras despojar a la niña de su bikini, la penetró vaginalmente. La menor relató que fue víctima de violación en más de treinta ocasiones, y que los abusos eran diarios. La situación se tornó aún más alarmante cuando se reveló que el acusado también había agredido a sus hermanas menores en presencia de la mayor, utilizando métodos de manipulación y control.
### Manipulación y Control: La Estrategia del Acusado
El modus operandi de Antonio A.V. no solo se limitaba a los abusos físicos. Según el sumario del caso, el acusado utilizaba drogas para incapacitar a las niñas y evitar que recordaran los abusos. Las menores relataron que el hombre les daba batidos de fresa que les hacían perder la memoria, además de obligarlas a ingerir una pastilla blanca que las mareaba. Aunque los análisis toxicológicos no encontraron sedantes en sus cuerpos, se detectaron pequeñas cantidades de cocaína en el cabello de las víctimas, lo que sugiere un patrón de abuso sistemático.
El testimonio de las niñas fue corroborado por expertos en psicología forense, quienes concluyeron que sus relatos eran creíbles y consistentes. A pesar de esto, el abogado del acusado argumentó que los testimonios eran inconsistentes y que las menores habían cambiado su versión de los hechos en varias ocasiones. Sin embargo, las autoridades y los especialistas han defendido la veracidad de las declaraciones, destacando la claridad y los detalles sensoriales que proporcionaron las víctimas.
La situación se complicó aún más cuando el acusado, tras enterarse de que su pareja sospechaba de él, envió un mensaje de audio a la abuela de las niñas en el que confesaba sus actos. En este mensaje, Antonio admitía haber acariciado a la mayor y expresaba su obsesión por abusar de las niñas, describiendo sus impulsos como «una droga». Este mensaje se ha convertido en una de las pruebas más contundentes en su contra, aunque el acusado ha negado los hechos en el juicio, defendiendo su inocencia y alegando que estaba en un estado de shock cuando lo grabó.
### La Comunidad y el Impacto Social
El caso ha generado una gran conmoción en la comunidad de Serranillos del Valle, donde ocurrió el abuso. La sociedad se ha movilizado para exigir justicia y protección para las víctimas. La familia de las niñas ha solicitado que el acusado reciba más de cien años de prisión, lo que refleja la gravedad de los delitos cometidos y el deseo de que se haga justicia. La situación ha puesto de manifiesto la necesidad de una mayor protección para los menores y la importancia de abordar el tema del abuso sexual infantil con seriedad y urgencia.
Las declaraciones de las víctimas han resonado en la opinión pública, generando un debate sobre la prevención del abuso sexual y la importancia de escuchar y creer a los niños cuando denuncian situaciones de abuso. La sociedad civil, junto con organizaciones de protección infantil, ha instado a las autoridades a implementar medidas más efectivas para prevenir estos delitos y proteger a los menores de situaciones de riesgo.
El juicio continúa, y la espera por la sentencia ha mantenido a la comunidad en vilo. Las víctimas, aunque traumatizadas, han mostrado una valentía admirable al hablar sobre su experiencia, y su lucha por la justicia es un recordatorio de la importancia de proteger a los más vulnerables en nuestra sociedad.
