La desaparición del empresario Enrique G. P., de 77 años, ha conmocionado a la comunidad de Bocairent. Este caso ha tomado un giro inquietante, ya que se ha revelado que el empresario había tenido encuentros previos con un okupa en su hotel rural, San Isidro, que ha estado cerrado por quiebra desde hace dos años. La situación se ha complicado aún más con el hallazgo de restos de sangre en el hotel, lo que ha llevado a las autoridades a investigar la posible conexión entre el okupa y la desaparición del empresario.
**Un Encuentro Inesperado**
La historia comenzó a principios de mayo, cuando Enrique G. P. se dirigió a su hotel rural. Preocupado por la posibilidad de que alguien estuviera ocupando ilegalmente el lugar, decidió hacer una visita. Durante su estancia, escuchó ruidos en una de las habitaciones, lo que lo llevó a investigar. Al entrar, se dio cuenta de que alguien había estado utilizando el dormitorio, dejando atrás ropa y otros objetos personales. En un giro desafortunado, Enrique también descubrió que su coche, un Opel Astra, había sido robado, lo que lo llevó a presentar una denuncia ante las autoridades.
El principal sospechoso de este robo y de la posterior desaparición de Enrique es Antonio C. B., un ex convicto que había trabajado para él en el pasado. Antonio había sido condenado por homicidio en 2008, lo que ha llevado a las autoridades a considerarlo un posible agresor en este caso. Enrique había tenido encuentros previos con Antonio, quien había intentado robar en el hotel en al menos dos ocasiones, lo que aumenta las sospechas sobre su implicación en la desaparición del empresario.
**Investigación en Curso**
La Guardia Civil ha estado trabajando arduamente para desentrañar este misterio. Tras el hallazgo de sangre en el salón del hotel y en el maletero del Volkswagen Golf de Enrique, las autoridades han intensificado su búsqueda. Los especialistas en Criminalística han estado analizando las muestras de sangre en busca de ADN que pueda confirmar la identidad de la víctima y del posible agresor. La situación se complica aún más debido a que el teléfono móvil de Enrique fue encontrado apagado y sin batería en su casa, lo que dificulta su localización.
La última vez que se tuvo contacto con Enrique fue el 27 de mayo, cuando una de sus hijas habló con él por teléfono. Sin embargo, dos días después, el Volkswagen Golf fue visto conduciendo de manera errática por Banyeres, lo que ha llevado a la policía a sospechar que el conductor no era Enrique, sino su agresor. La preocupación de la familia ha crecido, ya que Enrique no ha dado señales de vida desde entonces.
Las autoridades han revisado varias áreas en busca de pistas, pero hasta el momento no han tenido éxito. La comunidad de Bocairent está en estado de alerta, y la desaparición de Enrique ha generado un gran interés mediático, lo que ha llevado a un aumento en la presión sobre las autoridades para resolver el caso.
A medida que la investigación avanza, la familia de Enrique sigue esperando noticias sobre su paradero. La conexión entre el okupa y la desaparición del empresario ha dejado a muchos preguntándose sobre la seguridad en las áreas rurales y el impacto de la ocupación ilegal en la vida de los propietarios de negocios. La historia de Enrique G. P. es un recordatorio de que, a veces, los encuentros más inesperados pueden tener consecuencias devastadoras.