La reciente propuesta del Ayuntamiento de València para modificar el topónimo de la ciudad a una versión bilingüe, «Valencia/Valéncia», ha desatado un intenso debate en la comunidad. El Servicio de Normalización Lingüística ha cerrado el plazo de exposición pública y ha recopilado un total de 1.041 alegaciones, una cifra que marca un récord en la historia reciente de la ciudad. Este artículo explora los detalles de esta controversia, las alegaciones presentadas y las implicaciones culturales y políticas del cambio propuesto.
La propuesta, impulsada por el gobierno municipal formado por el Partido Popular (PP) y Vox, ha sido objeto de críticas y apoyos. De las alegaciones registradas, 922 se oponen al cambio, mientras que solo 61 lo apoyan. Este desbalance ha llevado a muchos a cuestionar la necesidad de un cambio que, según los opositores, carece de justificación y consenso social. La mayoría de las alegaciones en contra se han presentado utilizando plantillas elaboradas por diversas organizaciones, incluyendo Compromís, el Institut Interuniversitari de Filologia Valenciana y la Plataforma per la Llengua.
### Argumentos en Contra del Cambio
Los argumentos presentados en las alegaciones en contra del cambio de topónimo son variados y abarcan aspectos lingüísticos, normativos, sociales, económicos y políticos. Un punto central en muchas de estas alegaciones es el respeto a la normativa establecida por la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL), que en 2016 ya se había pronunciado a favor de la denominación «València». Este organismo es considerado el único responsable de la regulación del valenciano, y su opinión es fundamental en el debate actual.
Entre las razones expuestas, se destaca que el cambio propuesto no solo es innecesario, sino que también podría vulnerar el reglamento municipal sobre el uso del valenciano. Los opositores argumentan que la modificación del topónimo no tiene un fundamento legal sólido y que podría ser vista como un acto político más que como una necesidad lingüística. Además, se señala que el cambio podría representar una regresión en la normalización y visibilidad del valenciano, un idioma que ya enfrenta desafíos en su uso diario.
Otro argumento recurrente es la falta de consenso social. Muchos ciudadanos consideran que el cambio de nombre no refleja la realidad lingüística de la ciudad, que se encuentra en una zona de predominio del valenciano. La propuesta ha sido interpretada por algunos como un intento de politizar la lengua, lo que ha generado un rechazo significativo entre los habitantes de València.
### Reacciones y Contexto Político
La respuesta del concejal de Compromís per València, Pere Fuset, ha sido contundente. Fuset ha criticado la rapidez con la que se ha presentado la modificación, sugiriendo que se ha hecho en un periodo de tiempo muy corto para evitar un debate más amplio. Según él, las 1.041 alegaciones son una clara muestra de que la ciudadanía rechaza un cambio que consideran innecesario y que podría tener implicaciones negativas para la gestión municipal.
El contexto político en el que se desarrolla esta controversia es complejo. La alcaldesa, vinculada al PP, ha sido acusada de utilizar el cambio de topónimo como una distracción de otros problemas de gestión en la ciudad. La oposición ha señalado que este tipo de decisiones pueden ser vistas como intentos de desviar la atención de cuestiones más urgentes que afectan a los ciudadanos, como la gestión de recursos y servicios públicos.
Además, el debate sobre el topónimo de València se enmarca en un contexto más amplio de reivindicación de derechos lingüísticos y culturales en la Comunidad Valenciana. La protección y promoción del valenciano es un tema recurrente en la agenda política y social, y el cambio de nombre propuesto ha reavivado estas discusiones. La defensa de la lengua y la cultura valenciana se ha convertido en un punto de unión para diversas organizaciones y movimientos sociales que buscan preservar su identidad.
La controversia sobre el topónimo de València no solo refleja un desacuerdo sobre un nombre, sino que también pone de manifiesto las tensiones políticas y sociales que existen en la comunidad. A medida que se desarrollan los acontecimientos, será crucial observar cómo se gestionan estas alegaciones y qué decisiones tomará el Ayuntamiento en respuesta a la abrumadora oposición que ha surgido. La situación actual plantea interrogantes sobre el futuro del valenciano y su lugar en la sociedad valenciana, así como sobre la capacidad del gobierno local para escuchar y responder a las preocupaciones de sus ciudadanos.