El verano de 2025 ha traído consigo un aumento alarmante en el número de playas cerradas al baño en la Comunidad Valenciana, especialmente en localidades como Alboraia, Sueca, Tavernes de la Valldigna, Xeraco y Daimús. Este fenómeno, que se ha vuelto recurrente en los últimos años, ha generado preocupación entre alcaldes, expertos y organizaciones ecologistas, quienes advierten que la situación se está agravando y que las causas son más complejas de lo que aparentan. Las playas han sido cerradas durante días o incluso semanas debido a la contaminación, un problema que se ha intensificado en un verano marcado por fenómenos climáticos extremos y temperaturas récord.
### Causas de la Contaminación en las Playas Valencianas
Las autoridades ambientales han identificado varios factores que contribuyen a la contaminación de las playas. Entre ellos, se encuentran las consecuencias de la riada que afectó a la región en octubre de 2024, el calentamiento de las aguas del mar, los vertidos de acequias y el arrastre de sedimentos de los barrancos. La Conselleria de Medio Ambiente ha señalado que las playas más vulnerables son aquellas donde desembocan acequias, barrancos y ríos, ya que estas áreas son propensas a recibir contaminantes. Por ejemplo, las playas de Alboraia han estado cerradas debido a la contaminación proveniente de acequias cercanas, mientras que otras localidades como Sueca también enfrentan problemas similares.
Además, las playas que cuentan con puntos de alivio en sus redes de saneamiento son especialmente susceptibles a la contaminación. En ocasiones, estos puntos pueden verter aguas residuales en la playa debido a averías o a la acumulación de agua durante fuertes lluvias. Otro factor de riesgo son los emisarios submarinos, que pueden sufrir roturas y provocar vertidos directos al mar. En Xàbia, este problema ha sido recurrente, lo que ha llevado a un aumento en las preocupaciones sobre la calidad del agua en las playas.
### Impacto de la Dana y el Cambio Climático
La riada del pasado octubre ha dejado una huella significativa en el sistema de depuración de aguas de la región. La Conselleria ha informado que 123 depuradoras y más de 150 kilómetros de colectores se vieron afectados, lo que ha dificultado la gestión de aguas residuales y ha aumentado el riesgo de contaminación en las playas. Aunque se ha logrado restablecer el funcionamiento de la mayoría de las depuradoras, el impacto de la dana ha sido devastador y ha puesto de manifiesto la necesidad de una infraestructura más robusta y resiliente.
El cambio climático también juega un papel crucial en la situación actual. Las altas temperaturas del agua, que han alcanzado casi 30 grados, favorecen la proliferación de microorganismos y algas, lo que a su vez afecta la calidad del agua. Expertos como Francesc La Roca, investigador en sostenibilidad, han señalado que el calentamiento del Mediterráneo está alterando los ecosistemas marinos, provocando un aumento en la biomasa y afectando a especies como la posidonia y las medusas. Esta situación se ve agravada por la presión del turismo y un modelo urbanístico que no ha sido capaz de adaptarse a los nuevos desafíos ambientales.
La combinación de un urbanismo desmedido y la falta de medidas adecuadas para gestionar el agua ha llevado a que muchas infraestructuras no puedan soportar el aumento de población estacional. Cuando las depuradoras no tienen la capacidad suficiente para tratar el volumen de aguas residuales, se producen vertidos directos al mar, lo que agrava aún más la situación de las playas. La Roca advierte que es urgente replantear la ocupación del territorio y establecer políticas efectivas de ordenación que respondan a los retos actuales.
La situación en las playas de Valencia es un reflejo de un problema más amplio que afecta a muchas regiones costeras en el mundo. La contaminación del agua no solo pone en riesgo la salud pública, sino que también afecta a la economía local, que depende en gran medida del turismo. Las autoridades y expertos coinciden en que es fundamental adoptar un enfoque más coordinado y contundente para abordar estos desafíos, garantizando así la protección de las playas y la salud de los ecosistemas marinos.
El verano de 2025 ha sido un llamado de atención sobre la necesidad de una gestión más efectiva y sostenible de los recursos hídricos y del medio ambiente en la Comunidad Valenciana. La combinación de factores climáticos, urbanísticos y de infraestructura requiere una respuesta integral que priorice la salud de las playas y la calidad del agua, asegurando que las futuras generaciones puedan disfrutar de estos valiosos espacios naturales.