Las viviendas protegidas en València se han convertido en un tema candente en el ámbito inmobiliario, especialmente debido a las prácticas ilegales que han surgido en torno a su venta. A pesar de las regulaciones que buscan mantener los precios accesibles, muchos propietarios están eludiendo estas normativas, lo que ha generado un mercado paralelo donde se realizan transacciones en efectivo y sin declarar. Esta situación no solo afecta a los compradores, sino que también pone en jaque a las autoridades que intentan controlar el mercado.
**Prácticas Ilegales en la Venta de Viviendas Protegidas**
En València, los propietarios de pisos protegidos están pidiendo cantidades exorbitantes por sus inmuebles, a menudo mucho más allá del precio tasado por la administración. Aunque la ley establece un precio máximo de 2.400 euros por metro cuadrado, muchos vendedores están tratando de obtener precios de mercado, que pueden llegar a ser 100.000 euros más altos que el valor oficial. Según fuentes del sector inmobiliario, es común que un piso que debería venderse por 200.000 euros se ofrezca a 300.000 euros, y finalmente se venda por 280.000 euros, con una parte significativa de la transacción realizada en efectivo y sin declarar.
Esta práctica de «pago en negro» se lleva a cabo para evitar las restricciones impuestas por la ley, que prohíbe a los propietarios vender sus viviendas protegidas a precios de mercado antes de un periodo de 30 años. Los notarios, que son responsables de formalizar las ventas, no están presentes cuando se realiza el pago en efectivo, lo que permite que estas transacciones se lleven a cabo sin ser detectadas por las autoridades. Esta situación ha llevado a un aumento en la especulación inmobiliaria, lo que a su vez ha exacerbado la crisis de vivienda en la región.
**El Impacto de la Regulación en el Mercado de Vivienda**
La Generalitat Valenciana ha implementado regulaciones para controlar el precio de las viviendas protegidas, con el objetivo de evitar la especulación y garantizar que las personas con menos recursos puedan acceder a una vivienda digna. Sin embargo, la realidad es que estas medidas no están funcionando como se esperaba. En el primer trimestre de 2025, solo se vendieron 134 pisos de VPO de obra nueva en la Comunitat Valenciana, lo que representa apenas el 0,49% de todas las transacciones inmobiliarias en la región. Esto es alarmante, dado que el objetivo de la administración es que las viviendas protegidas representen más del 30% del total de las compraventas.
La falta de oferta de vivienda nueva también es un factor que contribuye a esta crisis. Desde el estallido de la burbuja inmobiliaria, la construcción de viviendas protegidas ha disminuido drásticamente. Los promotores se ven desincentivados a invertir en este tipo de proyectos debido a los precios máximos establecidos por la administración, que no cubren los costos de construcción y adquisición de suelo. Con el precio máximo de 2.400 euros por metro cuadrado, los promotores no pueden obtener beneficios, lo que resulta en una escasez de viviendas protegidas en el mercado.
Además, la situación se complica aún más por el alto costo de los solares en València, que se están vendiendo por encima de 600 euros por metro cuadrado. Esto hace que sea prácticamente imposible para los desarrolladores ofrecer viviendas a precios accesibles, lo que perpetúa el ciclo de escasez y especulación.
La combinación de prácticas ilegales en la venta de viviendas protegidas y la falta de oferta de nuevas construcciones ha creado un entorno complicado para los compradores en València. Aquellos que buscan acceder a una vivienda asequible se enfrentan a un mercado que no solo es limitado, sino que también está plagado de irregularidades. Las autoridades deben encontrar formas efectivas de abordar estas cuestiones para garantizar que la vivienda protegida cumpla con su propósito original: proporcionar acceso a la vivienda a quienes más lo necesitan.