La séptima etapa del Tour de Francia se presenta como un emocionante capítulo en la historia de esta icónica carrera. Con un recorrido de 197 kilómetros que comienza en la pintoresca ciudad de Saint-Malo y culmina en Mur-de-Bretagne Guerlédan, los ciclistas se enfrentan a un terreno que combina tramos llanos con desafiantes ascensos. Esta etapa no solo es un testimonio de la resistencia física de los competidores, sino también de su astucia táctica en un evento donde cada segundo cuenta.
### Un Comienzo Prometedor en Saint-Malo
La salida neutralizada de la etapa tuvo lugar a las 12:10h, marcando el inicio de una jornada que prometía ser intensa. Saint-Malo, conocida por su impresionante costa y su rica historia, se convierte en el telón de fondo perfecto para el arranque de esta etapa. Con un desnivel medio de 2450 metros, los ciclistas deben estar preparados para enfrentar no solo la distancia, sino también las exigencias del terreno montañoso que les espera.
Desde el primer kilómetro, el equipo Team Visma | Lease a Bike mostró su intención de marcar el ritmo de la carrera. Con un inicio potente, los corredores se lanzaron a la carretera, buscando establecer una ventaja temprana. Sin embargo, el pelotón, siempre atento, no permitió que se formaran escapadas significativas en los primeros kilómetros. A medida que avanzaban, los intentos de fuga se sucedían, pero la velocidad del pelotón mantenía a todos los ciclistas en un estrecho margen.
Uno de los momentos destacados de esta etapa fue el intento de Neilson Powless, quien, junto a otros tres corredores, buscó una nueva oportunidad de fuga. Sin embargo, la insistencia del pelotón rápidamente neutralizó sus esfuerzos, lo que demuestra la competitividad y la vigilancia constante entre los equipos. A los 50 kilómetros, los ciclistas llegaron a Calorquen, un lugar que tiene un significado especial en la historia del ciclismo francés, ya que es la cuna de Bernard Hinault, uno de los más grandes campeones del Tour.
### La Estrategia en Juego: Fugas y Tácticas
A medida que la etapa avanzaba, la tensión aumentaba. Con el pelotón manteniendo un ritmo elevado, los intentos de fuga se volvían cada vez más frecuentes. A los 36 kilómetros, se registró la segunda salida en Saint-Malo en el siglo XXI, un hecho que añade un toque de historia a esta etapa. A lo largo de los años, esta ciudad ha sido testigo de numerosas victorias, y los ciclistas estaban decididos a escribir un nuevo capítulo.
El líder de XDS Astana Team, Harold Tejada, destacó en la jornada anterior, logrando su mejor resultado en el Tour hasta el momento. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, se encontraba a una considerable distancia del líder general, lo que subraya la dificultad de la competencia. En este contexto, la figura de Mathieu Van der Poel se volvió crucial. Con solo un segundo de ventaja sobre Tadej Pogacar, la lucha por el maillot amarillo se intensificaba. La estrategia de cada equipo se volvía vital, y los ciclistas debían decidir cuándo arriesgarse y cuándo esperar.
A medida que se acercaban a los últimos 19 kilómetros, la etapa se tornaba más montañosa, con tres puertos puntuables que prometían ser decisivos. La tensión era palpable mientras los ciclistas se preparaban para enfrentar estos desafíos. La meta en Mur-de-Bretagne Guerlédan, situada a 293 metros de altitud, se convertía en el objetivo final, donde se decidiría el ganador de la etapa.
En los últimos kilómetros, la competencia se volvió feroz. Wout van Aert y Mauro Schmid lograron tomar algo de ventaja, pero su escapada no parecía tener futuro. La estrategia del equipo Visma de mantener un ritmo constante estaba dando sus frutos, y el pelotón se mantenía unido, listo para cualquier ataque. A medida que se acercaban a la meta, la tensión aumentaba, y cada ciclista sabía que debía dar lo mejor de sí para no perder la oportunidad de brillar en esta etapa crucial.
La jornada culminó con un emocionante desenlace, donde el irlandés Ben Healy se destacó como el gran nombre del día. Su esfuerzo por estar entre los escapados y su determinación para conquistar la meta en Vire Normandie fueron dignos de mención. Con más de tres minutos de ventaja sobre sus perseguidores, Healy demostró que la estrategia y la resistencia son clave en el Tour de Francia. La etapa no solo fue un testimonio de la habilidad de los ciclistas, sino también de la emoción y la imprevisibilidad que caracterizan a esta competencia.
La séptima etapa del Tour de Francia se convierte así en un recordatorio de que, en el ciclismo, cada jornada es una nueva oportunidad para la gloria. Con ciclistas dispuestos a arriesgarlo todo y un pelotón que nunca se rinde, el Tour sigue siendo una de las competiciones más emocionantes del mundo del deporte.
